
Más allá de los controles y regulaciones legales que, lógicamente deben ser respetados, la fundamentación de desalojo no puede basarse simplemente en la “extrañeza” de costumbres”. Cuando cualquier sector de la sociedad se arroga el poder de establecer la “verdadera” cultura o las costumbres, manifiesta abiertamente una postura contraria a los principios democráticos y, peligrosamente totalitaria.
Debemos advertir a las autoridades que el derecho a la libre circulación y establecimiento de cualquier persona en el territorio nacional es una garantía constitucional en este país y que ninguna estado provincial puede arrogarse el poder de determinar quién se queda y quién se va. Si así fuera, el pueblo mismo ya habría podido desterrar a sus enemigos por ejemplo sin temor a represalias.
Recordemos la triste gestión del genocida tucumano que, con un criterio similar, desalojó los “pobres e indeseables” de su “limpia” provincia y los dejó del otro lado del Totoral. O la patética actitud de un intendente del oeste catamarqueño que decidió “desterrar” a un joven, de escasos recursos, portador de vih, en nombre de la sanidad pública del lugar. ç
Recientemente denunciamos mediante carta pública cómo la intolerancia frente a lo otro diferente (en el caso de las mujeres, travestis, homosexuales) determinaba esa intensa ola de crímenes de odio que hace años vive nuestra provincia. Precisamente la conmemoración del 25 de noviembre como día de la no-violencia contra la mujer evoca el asesinato de tres, de las cuatro hermanas Mirabal, en 1960, golpeadas, torturadas y violadas por su lucha contra la dictadura de Trujillo en la República Dominicana. Desde aquél Primer Encuentro Feminista para América Latina y el Caribe en Bogotá, Colombia, que creara esta conmemoración, la denuncia de la violencia cotidiana y sistemática contra las mujeres no ha cesado.
A la lista de agresiones domésticas, tortura sexual, se suma una forma de violencia y segregación visible en tiempos actuales: la invisible protección a las personas que conviven con hiv-sida, así como la ausencia de una política de Estado responsable y continua, para la prevención de la enfermedad.
Por ello, este 1 de diciembre, día mundial de la lucha contra el sida, nuestra atención se vuelve sobre legisladores preocupados en legislar para una profundización de la brecha de discriminación y desigualdad socialmente existente en nuestro medio y sobre políticos ocupados en la voracidad pre-electoral, huecos de ideas y debates sobre un proyecto de transformación profunda para Catamarca.

Violencia contra las mujeres, crímenes de odio, intolerancia frente a lo diferente, xenofobia y racismo, omisión estatal frente a la enfermedad como el hiv-sida, son todas puntas de un mismo ovillo, conspiraciones todas contra un Estado pluralista. En la dirección opuesta solo puede incubarse la vivencia de la diferencia de género, de cultura, de religión como una amenaza y el fomento de una cultura del resentimiento, del odio y la muerte.
FFA
Elsa Ponce
Carlos Figari

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